El 15 de enero de 1993 David Letterman anunció públicamente la decisión que había tomado ante la mayor encrucijada de su carrera, después de un año y medio de una disputa frenética con Jay Leno, su agente y la NBC por establecer quién sería el heredero del Tonight Show de Johnny Carson. Repasando esa historia, el periodista Bill Carter publicó al año siguiente The Late Shift, un libro que subrayó las lecciones crudas y universales de un conflicto de giros tan insólitos como atrapantes.
Edición y corrección: Eugenia Saúl
Hasta el 23 de mayo de 1991 esta era la situación: Johnny Carson llevaba 29 años al frente de The Tonight Show, a las 23.30 por NBC, con un liderazgo abrumador en rating y facturación y un corpus televisivo que, gracias a los intentos nunca completamente exitosos de otros canales y figuras en todos esos años, se empezaba a confirmar como irrepetible. En NBC asomaba la cuestión de si un programa como The Arsenio Hall Show (producido desde 1989 para sindicación por Paramount Domestic Television) podía eventualmente montar una amenaza concreta si expandía el núcleo de su audiencia joven para avanzar sobre el público de Johnny, que empezaba a concentrarse en segmentos de mayor edad. Pero el Tonight seguía siendo un éxito en todos los órdenes, y Carson mismo ya era una leyenda viva como para pensar en intentar correrlo de su elemento en pos de hacerlo apuntar a nuevos públicos.
Jay Leno llevaba cinco años cubriendo las ausencias de Carson bajo contratos anuales con NBC como el principal conductor invitado del programa. La proactividad que Leno siempre mostró para cualquier movida promocional de la cadena o las repetidoras, el temor en NBC de que la competidora CBS le hiciera una oferta tentadora y especialmente la presión que su muy agresiva agente Helen Kushnick ejerció sobre el canal le terminaron consiguiendo un contrato secreto para retenerlo, que le garantizaba la conducción permanente a las 23.30 cuando Johnny estableciera su retiro.
David Letterman llevaba diez años conduciendo Late Night with David Letterman a las 00.30 por NBC, y además llevaba su propia experiencia cubriendo ausencias de Carson a las 23.30. Se había desarrollado como comediante en los 70, admirando y absorbiendo virtudes del stand-up de Leno en distintos clubes, y desde su ascenso televisivo siempre había fomentado la exposición de su colega y amigo, recibiéndolo como comediante invitado en el Tonight Show y posteriormente convocándolo a su propio programa en muchas ocasiones.
Desde su puesto de las 00.30 también le había dado a la cadena una hora más de dominio cómodo y diario en el terreno del late night, y había construido un estilo innovador e irreverente para su programa, que atraía a nuevos anunciantes y al público importante para esos anunciantes (entre los 18 y 49 años) sin pisarse con las virtudes clásicas de Carson. Pero su relación con NBC incluía varias aristas tensas, como la poca apertura a sugerencias creativas, la reticencia a colaborar con pedidos promocionales y algunos dardos en los segmentos humorísticos destinados a los ejecutivos de la señal o incluso a la compañía de la que era parte desde 1986, General Electric. Y esas chicanas parecían ser el único diálogo que proponía, porque también acostumbraba a excusarse de reuniones con directivos.
La tarde del 23 de mayo de 1991, en un evento de presentación de la programación de otoño de la NBC para la prensa, agencias publicitarias y representantes de las repetidoras en el Carnegie Hall, Johnny Carson apareció como invitado sorpresa en el cierre y anunció que la siguiente temporada del Tonight Show sería la última con su conducción, decisión que no había compartido previamente con nadie en la cadena. El contrato secreto entre Leno y la NBC se había firmado siete días antes. Ahora NBC tenía dos nuevas cuestiones que enfrentar: reordenar toda la difusión de la futura programación alrededor del retiro de su máxima figura y avisarle al talentoso, frágil e inaccesible Letterman que no iba a suceder a Carson.
El periodista Bill Carter partió desde ese día hacia todas las direcciones posibles en el clásico libro The Late Shift (1994), para el que cubrió los detalles y el contexto de un conflicto de un año y medio que se ramificó ampliamente en la industria televisiva. La sucesión caótica y frenética de los hechos que se iniciaron construyeron, gracias al libro, un thriller apasionante sobre el poder que la televisión contenía (y las consecuencias que provocaba) en la época, sobre cómo las miserias y los temores más íntimos pueden movilizar asuntos en la industria del espectáculo con la misma fuerza que el dinero y sobre cómo el peso específico del talento puede perder categóricamente frente al arte de saber cómo venderse. Letterman había confiado ciegamente en el primer factor y estaba quedándose afuera del sueño de toda su vida, mientras Leno había cumplido diligentemente con el segundo, pero también estaba dejando gran parte de su destino profesional en manos peligrosas. Carson nunca había sido consultado sobre la eventual decisión de NBC, y no fue escuchado cuando protestó al respecto. Tres meses después del anuncio de su retiro, Johnny intentaba palpar la bronca de un Letterman que por entonces seguía atado a la NBC por su programa de las 00.30.
Por supuesto, el desenlace de enero de 1993 y muchas de sus repercusiones ya se habían producido al momento de la publicación del libro. Pero lo que se desarrolla en sus páginas desde el inicio del conflicto es la historia de dos entornos artísticos y de negocios moviéndose en direcciones completamente opuestas, llevando las posiciones que parecían sentenciadas para los dos conductores a quedar a un paso de ser revertidas.
Un mes después del anuncio de Johnny y hasta fines de 1992, Letterman emprendió un contraataque heroico con la ayuda de los abogados Jake Bloom y Jim Jackoway y el agente Michael Ovitz, a quienes contrató en medio de la crisis por consejo e insistencia de su mentor (y productor del programa de Carson por muchos años) Peter Lassally. Un plan paciente y ambicioso de Ovitz (promover los acercamientos de otras cadenas y productoras hasta el límite de lo que permitiera el contrato de su cliente con NBC) le abrió un muy tentador camino hacia CBS, que hasta mayo de 1991 había perseguido a Leno. Más adelante, con el Tonight Show de Leno en marcha, Lassally fue por la remota posibilidad de que NBC considerara deshacer su decisión. Mientras tanto había que seguir haciendo un programa a las 00.301.
El 25 de mayo de 1992 Leno arrancó su período en el Tonight Show con su agente Helen Kushnick como productora ejecutiva. En los meses previos al debut, Kushnick había empezado a mostrar signos preocupantes en la manera abiertamente hostil con la que intentaba imponer sus intereses y decisiones, pero con la puesta al aire del programa empezó a cruzar límites cada vez más graves, provocando cruces con otras cadenas, otras áreas de NBC, figuras de peso en la industria musical y hasta con un ascendente Jerry Seinfeld. La cadena le dio un ultimátum al conductor y Kushnick fue despedida a los cuatro meses del estreno.
Para fin de año Leno tenía un programa en el que finalmente reinaba un clima armonioso y se sostenía un rating sólido, pero donde también seguía exhibiendo falencias como conductor, entrevistador y nuevo centro de la toma de decisiones. Y gracias a Peter Lassally, Letterman empezaba a contar con el apoyo de figuras de peso en la NBC, convencidas de que había que retenerlo y darle el Tonight Show. La plana mayor de la cadena se partió en dos facciones (Nueva York lettermanista vs. Los Ángeles lenista, en corcondancia con las locaciones de los respectivos programas) que tenían que converger antes de perder definitivamente a Dave, según el nuevo marco legal que había conseguido Mike Ovitz. La decisión se estiró y discutió en una serie de reuniones durante fines de 1992. Leno se escondió en una oficina para escuchar clandestinamente una de las charlas por altavoz. Letterman recibió una oferta concreta pero poco atractiva para quedarse con el programa recién en mayo de 1994, cuando terminara el contrato de Jay. Eligió irse a CBS.
Bill Carter entrevistó a más de cien personas para la realización del libro, incluyendo a Carson, Letterman y Leno, y esa dedicación se refleja tanto en la minuciosidad de la reconstrucción de los hechos como en la atención a cómo los sentimientos y experiencias de vida influyeron en los involucrados: la falta de autoestima de Letterman fue una especie de yunque que debía arrastrar desde sus comienzos en los clubes de stand-up en los 70, y del que ninguno de sus hitos en televisión nacional logró liberarlo. El fuerte y tóxico vínculo entre Leno y Kushnick era inexplicable para quienes lo presenciaban, pero tenía raíces en la protección mutua que se proveían por el carácter siempre reservado de él y las durísimas pérdidas de seres queridos que ella sufrió. La crisis le estalló en la cara a Warren Littlefield en su primer año como presidente de NBC Entertainment (y como conductor del evento en el que Carson anunció su retiro), después de haber tenido su propia lucha para llegar al puesto. Howard Stringer, presidente de CBS en el desarrollo de la historia, había emigrado del Reino Unido a los Estados Unidos en 1965 buscando hacer carrera en el periodismo, pero debió acatar un reclutamiento y pasar dos años combatiendo en Vietnam. Peter Lassally había sido compañero de colegio de Ana Frank y posteriormente sobrevivió a dos campos de concentración.
El autor también ahonda en la producción fundamental que los conductores en pugna tenían como principal vidriera de sus virtudes y defectos: monólogos, segmentos humorísticos, entrevistas, invitados, temas a cubrir u omitir. En el encuentro diario con el público cada figura tenía que ir encontrando los signos y los gestos que la distinguieran, y cada uno de esos aspectos iba moviendo el amperímetro en la decisión de NBC. La longitud y la duración de una caminata por el estudio o un gesto físico de pretendido rockerismo para acompañar a la banda del programa podían ser objetos de análisis. En este sentido, no hay pasaje más placentero que una enumeración, en el segundo capítulo, de algunas de las ideas que Letterman implementó durante sus años a las 00.30: el episodio que se repitió con todas las voces dobladas por actores con acentos británicos, el episodio con la cámara atada a la espalda de un mono en rollers, el episodio en el que el cuadro giró 360 grados muy lentamente o el episodio en el que Dave se puso un traje de velcro para saltar (y quedar pegado) contra una pared2.
Lógicamente la primera edición del libro, en 1994, cerraba la historia en un punto aún álgido de la gran revancha de Letterman: desde que The Late Show with David Letterman había debutado en CBS, el 30 de agosto de 1993, Leno entraba en el segundo año de una derrota continua en el rating, la primera de la historia para NBC en la franja del late night, y para colmo Dave estaba preparándose para la conducción de la 67ª entrega de los Oscar. Pero esa ceremonia, celebrada el 27 de marzo de 1995, terminó siendo recordada como una de las que peor fueron conducidas, y el 10 de julio Hugh Grant se sentó en el sillón del Tonight Show a dar explicaciones sobre el escándalo de su arresto junto a una trabajadora sexual, y le entregó a Leno un liderazgo en el rating que no volvería a ceder.
En febrero de 1996 HBO presentó un telefilm homónimo basado en el libro, con Bill Carter como coguionista e Ivan Reitman como productor ejecutivo. Las caracterizaciones de los contendientes son dignísimas, lo que desliga a la película del mayor problema imaginable, y Kathy Bates aporta una fuerza para su retrato de Helen Kushnick que conduce a la película de la misma manera en la que el personaje original manejó gran parte de toda esta historia (aunque al parecer la actriz no llegó a representar todo el poder de su energía destructiva). Pero las marcas de la época se cuelan en los aspectos más estereotípicos del formato y producen un efecto extraño: algunas decisiones de diálogos y planos dejan a los personajes en posiciones tan ridículas que terminan pareciendo víctimas de una representación satírica actual sobre el conflicto mismo y la importancia que le dieron (y se dieron) los involucrados, mientras la música incidental hace que los teclados chorreen hasta derramarse por los bordes de las escenas, y a la vez aporta la sensación de que la banda de Paul Shaffer está acompañándolas como si fueran parte de un monólogo de Letterman. Y si el telefilm parecía tan inmerso en el conflicto y su época era natural que después de su estreno terminara integrándose a la historia, con la demanda por 30 millones de dólares por difamación que Kushnick le hizo a Carter, y que fue resuelta con un arreglo extrajudicial. La productora murió en agosto del mismo año.
El prólogo en la reedición de 2015 del libro admite cómo han cambiado las cosas en la producción y en el consumo de la televisión y los programas de late night, al punto en el que no hay un terreno fértil como para que pueda producirse otro choque tan relevante por una herencia televisiva igual de gigante. También se encarga de señalar cómo la estela del conflicto llegó al entretiempo del Super Bowl en 2010, y hasta a los últimos monólogos que los conductores brindaron en el final de sus programas3. Si volviera a editarse hoy, Carter podría extender la reflexión a lo que la presidencia de Trump, la pandemia, las redes sociales y distintos episodios de violencia y represión en los Estados Unidos le hicieron al formato mismo del late night, sus búsquedas estilísticas en lo cómico y su objetivo alguna vez inalterable de confortar al público antes de que se fuera a dormir, sin bajarle una línea política determinada.
La mudanza de Letterman a CBS había dejado, obviamente, un puesto disponible a las 00.30 en NBC. The Late Shift también se encarga de relatar cómo un guionista y productor de 30 años llamado Conan O'Brien, sin ningún tipo de experiencia en conducción televisiva, llegó a heredar en 1993 el programa que Letterman había conducido durante 12 años. Pero Carter tuvo que escribir otro libro para poder contar la historia de cómo Conan terminó teniendo su propio conflicto con Leno 17 años después y cómo se fue de la NBC después de pelear por conservar el mismo programa que Letterman no pudo (o no supo) conseguir.
La editora y correctora de este artículo preguntó pertinentemente sobre la marcha del programa de Letterman en NBC desde el anuncio oficial sobre Leno consiguiendo el puesto a las 23.30. Hay dos registros muy valiosos en esa línea: Leno como invitado en el programa de Letterman dos semanas antes de su debut en el Tonight y una anécdota increíble sobre un intento de regalo humorístico de Warren Littlefield, presidente de NBC Entertainment, a Letterman después del anuncio de la elección de Leno (es la segunda historia, titulada "The Delivery").
Quienes quieran continuar por este sendero pueden revisar el episodio con doblaje en español, el episodio repetido con comentarios de Letterman desde el sillón, el episodio desde el aeropuerto JFK o el episodio en el que miembros del staff se volvían conductores del programa por sorteo.
No se encuentra registro de ese monólogo de Leno en YouTube, pero Bill Carter aporta la línea en el libro: "I don’t like goodbyes—NBC does, but I don’t care for them".