Actualización del 12 de marzo: la resolución sobre la suspensión de distintos fondos para el INCAA que circulaba ayer en redes sociales y varios medios se terminó publicando hoy en el Boletín Oficial, con un comunicado previo desde el Ministerio de Capital Humano.
Opinión impopular: la nueva arremetida del mileísmo contra el INCAA —esta vez vía Carlos Pirovano y sus turbios asesores por vía de Federico Sturzenegger— me pareció coherente y esperable primero e indignante y desoladora después. Milei lo anunciaba por lo menos desde agosto de 2023, y era completamente razonable que la ciencia y la cultura fueran algunos de los enemigos designados para sostener una batalla que corriera un poco el foco del ajuste y la licuación del poder adquisitivo. Por supuesto que el INCAA no llegó de casualidad a esa posición, incluso dejando de lado denuncias o sospechas de corrupción1: yo mencioné en 2020 los números alarmantes que producían los estrenos nacionales, en 2016 destaqué lo peor que había dado un año con 177 películas argentinas en cartelera2 y en estos años señalé el desdén continuo y transversal de distintas gestiones por cumplir con la puesta en marcha de una cinemateca. No es que quiera mostrar estos antecedentes por desmarcarme de lo que alguien podría decir (que yo estoy defendiendo algún kiosco) por la que claramente es mi posición (que cerrar o vaciar al INCAA sería un paso más hacia volvernos un país bananero), sino que por vanidad estoy dando el paso extra de adjudicarme los intentos de haber abierto la discusión sobre estos conflictos.
Y sobre el INCAA el gobierno claramente no está dispuesto a abrir una discusión. Al menos no una que vaya más allá de usarlo para instalar la idea de que el cine sin convocatoria es una traba tremendamente significativa en nuestro camino a que nos unamos al primer mundo. Ningún funcionario parece dispuesto a dar una entrevista o conferencia o documento que marque un camino hacia una mayor transparencia del organismo, los beneficios de achicar su planta para mejorar gestiones, cómo se podrían crear nuevas audiencias o qué alternativas existirían para un mejor fomento de las producciones por venir. Milei llegó a la presidencia del país habiendo dicho que cerraría el Instituto y Carlos Pirovano agarró la presidencia del Instituto para intentar vaciarlo sin muchas vueltas, casi 14 años después de su recuerdo de haber estado “enganchado” con el cine alternativo.
Quien sí está enfocado desde hace varios años en abrir la discusión sobre el tema es el crítico y programador Leonardo D’Espósito, que abordó cuestiones de fomento y exhibición cinematográfica del cine argentino en El Amante Cine y BAE Negocios, solo por mencionar las primeras coberturas suyas que recuerdo. Y que cobró mucha notoriedad por sus dos artículos más recientes sobre el tema, de los cuales el segundo llegó a ser difundido por Mauricio Macri. Estos tuvieron respuesta de al menos cuatro artículos (uno anónimo, otro de Valentín Javier Diment, otro de Juan Villegas y otro de Diego Batlle) y de un hilo mío que derivó en un diálogo desordenado y brusco pero algo cordial sobre el final. Yo sostengo que el artículo en Seúl abandona un repaso atendible de los números para explicar las bajas recaudaciones de películas argentinas con máximas de café sobre las relaciones entre ideología y estética, y que el artículo de La Nación se concentra en los números para que produzcan un título shockeante que se termina llevando por delante las complejidades del asunto. Así es que D’Espósito aclara que la superioridad del gasto en “burocracia” que el título declama incluye el funcionamiento de la ENERC, Cine.Ar, Ventana Sur, Espacios INCAA y el Festival de Cine de Mar del Plata, por lo que sale del entuerto a lo Bart Simpson preguntándose si el INCAA “debería” hacerlo en primer lugar. O posteriormente acepta que hay un error en el cálculo de entradas vendidas de una película, preguntándose si eso “cambia el fondo del artículo” cuando él o algún editor del diario eligieron poner ese tema en el mismo título.
El artículo de D’Espósito en Seúl menciona 16 veces la “discusión” necesaria, y el de La Nación cierra diciendo que “la discusión debería pasar por ahí”. Para Gustavo Noriega, en un post de Substack publicado una semana después del artículo en La Nación, la prioridad es la misma: algunas objeciones a la información vertida por D’Espósito son “un poco irrelevantes” y la calificación de una de las notas como “sinuosa” por parte de Juan Villegas le parece “inimaginable” para alguien que, como el director de Las Vegas y Sábado, conoce desde hace 30 años a D’Espósito3. Hacia el final, redobla la idea principal indicando que “el mundo del cine” debería prepararse para dar una respuesta a la pregunta sobre si un país como Argentina debería tener una política estatal de subsidios para el cine.
Esta cuestión pasó notoriamente al frente en la charla que tuvieron D’Espósito y Osvaldo Bazán en un live de YouTube transmitido el jueves pasado. D’Espósito comenzó con un repaso de sus dos artículos, volvió a hacer una salvedad sobre cómo se distribuye el porcentaje de gastos que adjudica a la burocracia (insistiendo en preguntar si “vale la pena” ese gasto), sumó una aclaración a los números de las películas con menos entradas vendidas (datos que se habían corregido en dos casos) y reveló que el equipo de campaña de Patricia Bullrich le había ofrecido “hacerse cargo del cine” ante una eventual victoria electoral, lo cual rechazó. A los 32 minutos se produjo un momento interesante porque un espectador de la charla hizo algo parecido a intentar dar una discusión, alegando que las entradas accesibles del complejo Gaumont le permiten a gente de distintas clases sociales ir al cine. Bazán respondió que él paga impuestos para el funcionamiento del Gaumont pese a vivir en Salto Grande (Santa Fe), frente a lo que D’Espósito concedió que “no está mal que exista una sala”, agregando que él mismo se desempeña como programador de ciclos en el Centro Cultural Recoleta y el auditorio del Museo Nacional de Bellas Artes y sumando otros ejemplos de salas dependientes del Gobierno de la Ciudad, pero cerrando en que el problema con los Espacios INCAA es que “no tienen tanto público”. El tópico no siguió con una indagación acerca de cuál podría ser el peso de un supuesto rol social del Gaumont4, o al menos con Bazán insistiendo en su postura y preguntándole a D’Espósito si vale la pena gastar en los ciclos de cine argentino que programa (en salas que se encuentran a 500 metros de distancia entre sí y a menos de dos kilómetros del MALBA), por lo que no salió nada demasiado provechoso de ese intercambio.
Siete minutos después surgió con mayor claridad la idea detrás de tantos llamados a la discusión. D’Espósito adujo que el recorte que la ley ómnibus de Milei hubiera aplicado sobre el INCAA podría haberlo incentivado a sanearse, y que ahora los planes de Pirovano serían un saneamiento “brutal”. Si de eso se interpreta la retórica que unos segundos después D’Espósito confirmó, se trata de un punto poco pertinente, teniendo en cuenta que el mismo gobierno retiró la ley de su tratamiento en el Congreso y la comunidad cinematográfica no debe haber tenido ningún tipo de incidencia en ese hecho (a menos que hayamos subestimado el poder de una columna de Adolfo Aristarain). Lo que inmediatamente agrega D’Espósito es que entre 2016 y 2019 estas discusiones trataron de hacerse de manera “caballeresca y normal”, y que unas personas a las que no denomina específicamente “no quisieron” y “pusieron todos los palos en la rueda”, lo que en su opinión hizo que “tanto grito” llevara a que a la gente no le importe el destino del INCAA: “No permitieron sanearlo”. Osvaldo Bazán agregó inmediatamente después que si no existiera un “divorcio” entre el INCAA y la sociedad hoy la sociedad estaría “parada” por el INCAA, pero esto no pasa porque se decidió “no negociar” y “se tiró demasiado de la cuerda”.
Lo primero que habría que pensar es cuán “caballerescas” fueron las charlas sobre sanear el INCAA durante el período que menciona D’Espósito, que es básicamente buena parte del gobierno macrista. Habría que revisar por qué el nombre de D’Espósito figura al pie de una carta abierta de FIPRESCI Argentina de 2017 que repudiaba “la renuncia forzada” de Alejandro Cacetta a la presidencia del Instituto en abril de ese año y “la burda operación mediática” que la rodeaba (básicamente un informe del programa de Luis Majul con la participación de Gustavo Noriega, que siguió con un segmento horroroso desde el estudio con una lista de títulos y nombres)5. Habría que ver si la caballerosidad de aquella época excedía al INCAA, y llegaba hasta el pago de casi 900.000 pesos de 2016 del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos dirigido por Hernán Lombardi a la productora de Luis Majul por la exhibición de un video de cuatro minutos realizado por Mariano Cohn y Gastón Duprat. O analizar si esa nobleza incluyó la ceremonia de clausura del Festival de Mar del Plata de 2018, de la que Pablo Avelluto ordenó retirar los micrófonos para los discursos de los ganadores como reprimenda por los abucheos que había recibido en la apertura.
Lo siguiente que hay que observar es la idea que tiene Bazán de que una comunidad cinematográfica más laxa (o menos kirchnerista, como parece querer decir) hoy tendría un apoyo mayor de la sociedad ante la amenaza de la desaparición del INCAA. Apenas imaginarlo sería inútil, porque cuesta recordar alguna expresión masiva de “la gente de a pie” en 2017, cuando todavía se “tiraba de la cuerda”, y actualmente no existe una situación económica que tenga tan distendida a la sociedad como para que ponga a los destinos del cine argentino entre sus preocupaciones prioritarias. Lo que finalmente se vislumbra es que estas insinuaciones y llamados a dar discusiones no son más que una postura de policías buenos frente a la industria, regañándola por no haber aceptado un ajuste por las supuestas “buenas” vías del macrismo y queriendo aplicarle la carga de construir un intercambio que el gobierno actual no quiere entablar de ninguna forma.
Por lo pronto D’Espósito cerró la charla con Bazán con la decidida predicción de que muy poco de lo que advierte el comunicado de ATE sobre su reunión con Carlos Pirovano se terminaría concretando, por lo que tal vez estemos discutiendo todo esto al pedo y solo se trata de reivindicar los ajustes que no pudieron ser.
El último conflicto de alcance mediático considerable alrededor de estas cuestiones evidenció que las denuncias de corrupción en el Instituto tienen tan pocas chances de derivar en hallazgos concretos sobre las acciones implicadas que se convirtieron en un arma para ser usada por personas a las que directamente les perjudicaría que existiera una transparencia verdadera.
Por otra parte, la imagen pública del organismo es tan poco prestigiosa que cualquiera se anima a denostarla: Nik se quejó de los subsidios a actores K pese a haber recibido casi 4 millones de pesos de 2010 por esto que se hizo con Gaturro. Juan Acosta atacó la postura de Adrián Suar sobre el plan de ajuste al INCAA pese a haber actuado en esta película subsidiada que se estrenó hace menos de dos años, y podría anular cualquier sentido de existencia del fomento cinematográfico en este país. El director Diego Recalde va mucho más lejos y denosta continuamente al Instituto y al cine que subsidia, pero a la vez justifica las tres películas que dirigió con subsidios porque cree que los fondos que recibió eran plata que el estado le debía por los impuestos que pagó a lo largo de su vida, o que son pocas películas subsididas en comparación con las que realizó con aportes privados. Búsquenlo en su cuenta de Twitter, porque a mí me bloqueó por habérselo señalado.
Fue un repaso muy incompleto, porque solo había logrado ver 73. Una de ellas fue el inolvidable recorrido turístico titulado Cities of Rain, que inexplicablemente fue un estreno cinematográfico y milagrosamente sigue online.
Llama la atención otra cosa que señala Noriega, y es que le parezca “irónico” que Macri haya difundido el artículo de D’Espósito para La Nación, teniendo en cuenta que durante su presidencia el INCAA “no tuvo cambios relevantes”. El Secretario de Cultura que intentó llevar adelante esos cambios fue Pablo Avelluto. Es así que Noriega, que el año pasado había querido guiar a sus “colegas del intelecto” a votar por Patricia Bullrich en las elecciones de octubre alegando que existía una conexión entre Massa y Milei, termina atendiendo en su post a Villegas y Avelluto, dos “palomas” que se habían inclinado por Horacio Rodríguez Larreta para las PASO, y no por la contendiente que finalmente tendió su conexión con Milei.
Esto incluso les hubiera dado pie para rememorar la famosa defensa de las villas por parte de Víctor Hugo Morales.
Esto es particularmente extraño porque al menos en su cuenta de Twitter D’Espósito parecía más distante en su postura. Si no acordaba con el contenido de esa carta y su nombre fue agregado sin su autorización podría tenerla difícil para pedir que sea retirado, porque FIPRESCI Argentina no existe desde hace años.