Solo el lobo marino estaba encima de nosotros
Algunos pasatiempos para cuando paralizan el cine argentino por tres meses
Entregas anteriores sobre la situación del INCAA y el cine argentino:
Pocos hechos culturales pueden ser más irritantes que un hit del que es imposible escapar, y el clamor por los fondos privados para festivales de cine es una ola a la que todos parecen querer subirse. El intendente de General Pueyrredón, Guillermo Montenegro, anunció su pretensión de “un festival de Cine Netflix, un festival de cine Star+ o HBO”1 para Mar del Plata. Jorge Macri saludó al sector privado y al Capital Cultural (mayúsculas del Jefe de Gobierno) en su texto introductorio para el catálogo del Bafici, con lo que respectivamente se refería a los acuerdos comerciales con salas privadas y empresas gastronómicas y a la gente en la industria cultural. El caso más llamativo debe ser el del Director de Cultura de General Pueyrredón, Francisco Taverna, que con el mismo entusiasmo con el que defendía la causa nacional y popular hoy se queja de los planteos opositores por la nueva configuración del festival. El Taverna de 2016 seguramente tendría otras cosas que decir sobre el estado retirándose de la cultura, implementando un ajuste o reduciendo la Secretaría de Cultura del municipio. Esto último debería ser lo menos problemático para el Taverna de 2024, que llegó al frente de la Dirección de Cultura del municipio cuatro meses después de que el intendente disolviera la Secretaría.
El festival de Mar del Plata les abrió la puerta a las plataformas de streaming hace algunos años, con Netflix aportando películas que produjo y/o distribuyó y con MUBI en calidad de distribuidora y sponsor. Hasta un muy buen documental presentado en 2019 en la sección Estados alterados del festival, Subject to Review, llegó eventualmente al catálogo de Star+ por ser parte de la serie 30 for 30 de ESPN. Todo esto es para decir que, bajo ciertas condiciones, un involucramiento más profundo de alguna plataforma podría derivar en un evento artísticamente potable, que aporte estrenos de buen calibre, un presupuesto considerable para los fees involucrados en la programación habitual y espacios para concertar inversiones o futuras producciones. Pero sin mayores anuncios públicos de las gestiones, por ahora hay dos posibilidades igualmente inquietantes: o Guillermo Montenegro y Carlos Pirovano están preparando una versión del festival completamente pochoclera y vaciada de los aspectos que lo distinguen, o alguien más está intentando concretar algún acuerdo sensato con actores privados (que incluso recupere el terreno presupuestario perdido en las últimas ediciones) y aun así el intendente imaginó en voz alta un festival bananero para no desentonar con la retórica de la época.
La oposición local pidió mayor información sobre los pasos a seguir. Quienes quieran matar la espera hasta que aparezcan novedades pueden revisar el catálogo de la edición de 1999 del festival, en el que el empresario Florencio Aldrey Iglesias anunciaba el respaldo económico privado de la Asociación de Festivales de CIne de Mar del Plata (un tal Hernán Santiago Lombardi figura entre los directores), una publicidad del INCAA de Julio Mahárbiz celebraba el estreno de 153 películas argentinas en cuatro años y once meses y la biografía de Sonia Braga (integrante del jurado de la competencia oficial) la presentaba como “una actriz brasileña muy sensual”. Las situaciones que describió Martín Pérez en su balance de aquella edición en Página 12 no son menos singulares.
Bastante antes va a llegar un nuevo Bafici, que en su presentación oficial tuvo declaraciones que resaltaron la presencia del cine argentino en la programación pero no ahondaron en la situación de la industria audiovisual y las medidas sobre el INCAA: para poder asegurarse esa omisión, de hecho, no se permitieron preguntas de la prensa. Pese al cambio de gestión en la Ciudad no hubo un alejamiento respecto de la estrategia comunicacional sobre la cultura que tuvieron los últimos años de Rodríguez Larreta como Jefe de Gobierno y Viviana Cantoni como Subsecretaria de Gestión Cultural, en los que se cerraban filas y se evitaban polémicas con interlocutores impredecibles (tal vez fue una lección que dejó la renuncia de Darío Lopérfido en 2016 al Ministerio de Cultura de la Ciudad, empujado por una seguidilla de escraches por sus declaraciones sobre la cantidad de desaparecidos de la dictadura). Es bastante probable que los directores y espectadores se pronuncien en los distintos ámbitos del festival2, pero las precauciones del gobierno nos deben haber privado de un posicionamiento como mínimo interesante por parte de Javier Porta Fouz, director del Bafici, que hace casi diez años había dado su propio diagnóstico sobre el INCAA (ampliamente debatido en aquel entonces y que incluyó una secuela) y que el año pasado elogió encendidamente la actuación de Marcelo Subiotto en Puan, la película que esta semana pareció haber sido un documental. Tal vez lo más explícito que obtengamos de Porta Fouz sea su like al tuit del cineasta Vladimir Durán, que desea que la cinefilia de estos lares mantenga su intensidad “a pesar de que quieren arrasar con todo”.
Actualización del 14 de abril: en una entrevista con el crítico Javier Luzi, Javier Porta Fouz se refirió a la situación del cine argentino y las discusiones sobre las políticas del INCAA. Se puede ver acá.
Ayer mismo una nueva resolución de Carlos Pirovano impuso un freno de 90 días en la recepción de proyectos por parte del INCAA y la devolución de los que no aún no hayan obtenido una resolución de interés del Instituto. Uno de los objetivos descriptos para el período establecido es el de “propiciar nuevas normas de regulación del fomento audiovisual con el objeto de adecuarse a las necesidades del mundo actual en pos de una dinámica y agilidad acorde a los nuevos tiempos”3. Un artículo de Marcelo Stiletano en La Nación describe planes de instaurar dos vías de financiamiento con una simpleza muy chistosa desde sus descripciones: una de inversiones “de riesgo” (económico, claro está) para potenciales películas taquilleras, y otra bajo el concepto de “avenida artística” para detectar nuevos talentos (y para los nostálgicos del término cine arte, evidentemente). Al final se menciona la idea de crear una Asociación de Amigos del Gaumont para que figuras de la industria realicen aportes, como en una versión reducida del retuit de Javier Milei invitando a Mirtha Legrand a comprar el complejo.
¿Pirovano llegó solamente a vaciar el Instituto y entregar la llave o extenderá su presidencia? Cada tanto comparte lo que parecen ser intentos de darle un marco teórico o ideológico a su tarea: lo hizo anteriormente con una columna de Leonardo D’Espósito y ahora con declaraciones de Mariano Cohn y Gastón Duprat, que están en pleno circuito de prensa para promocionar su nueva serie4. Volvamos un poco para atrás. En el artículo de Marcelo Stiletano que mencionábamos recién figuran proyectos para el INCAA que parecen calcados de lo que vienen diciendo D’Espósito, Cohn y Duprat: el Instituto como “coproductor” involucrado en inversiones “de riesgo”, la posibilidad de que producciones exitosas en la taquilla o con fuerte financiamiento privado devuelvan el subsidio recibido, apoyar específicamente óperas primas.
Increíblemente lo más llamativo de este asunto no es la sinergia a cuatro bandas entre el presidente del Instituto, el crítico y programador y los dos directores, sino que quizá haya aparecido otra musa a quebrar esa armonía. El 28 de marzo, cuando La Política Online señalaba las vacaciones que Pirovano se tomó en el exterior, apareció sobre el cierre del artículo la figura del crítico y docente Federico Karstulovich como parte de una reunión con Pirovano a la que asistió junto a Santiago Oría, por la posibilidad de que sean proveedores externos para tareas que quedaron sin cubrir a causa de los despidos. ¿Se habrán discutido en ese encuentro algunas de las hipótesis sobre el INCAA que Karstulovich promete en su sitio Perro Blanco para fines de abril? ¿Será ese contacto lo que despertó un repudio preventivo de Leonardo D’Espósito por un posible nuevo funcionario en el Instituto? De ser así, se reviviría una interna fuertísima que se produjo en la última época de la revista El Amante y que incluyó una discusión legendaria en el café La Paz, de la que algunos testigos todavía recuerdan varios pasajes con exactitud.
Si todas las miradas se posan en el futuro de la industria, alguien debe encargarse del revisionismo que siga agitando entre las bases el apoyo a los recortes: parecía mentira que ninguno de los trolls oficialistas se hubiera anoticiado de la existencia de Las hijas del fuego de Albertina Carri, que en lo temático, formal y contextual parece reunir el espectro completo de sus potenciales indignaciones. La semana pasada el descubrimiento se plasmó en un hilo de Traductor con partes iguales de sorna, falacias e indignación, al que Carri respondió con soltura. Era el caso insignia que venía buscando esa cuenta de Twitter tras un intento de escrache a una película que no había recibido subsidios del INCAA, y luego de marcar una excepción con Cuando acecha la maldad de Demián Rugna, quien defendió al Instituto en declaraciones a TN. Si creen que la campaña de difamación contra el cine argentino tiene algún límite ético, vean cómo se acusa al pobre perro Olaf de ser la causa de la inflación. Hasta donde sabemos, los hijos de cuatro patas no eligen las películas horrendas que protagonizan.
Podría ser un pésimo primer paso del intendente como lobista de la inversión de plataformas de streaming: Star+ dejará de existir en junio, y Warner Bros. Discovery seguramente apreciaría más que su servicio on demand fuera mencionado por su nombre actual, que es Max.
Esperemos que esto suceda sin el armado posterior de listas negras con los nombres de los declarantes, como les pasó a quienes repudiaban a Lopérfido en la edición del Bafici previa a su renuncia.
¿Les suena de algún lado?
En este último caso, Pirovano evidenció desconocer las nociones básicas sobre cómo orientar una imagen para que se vea de manera accesible en un celular, lo cual no le impide presidir una entidad dedicada al cine.